Era unos días que Rosa estaba con ese comportamiento y con Magaly a su espalda, cuál
sombra. Me mordía los labios. Estaba dispuesta a terminar con esa incómoda rutina,
hablaría con Rosa al finalizar la clase, pediría una explicación a su exclusión
de círculo social.
En caso
que quiera huir tenía un plan B, que funcionaría de forma inmediata, siempre me
ha resultó la segunda alternativa que la primera.
Marco, a
quién Rosa no lo excluyó de su círculo de amistades, me decía que no veía a Magaly como una
prospecto a novia de Rosa, es más parecía más una relación de hermanas.
Ese
tontito siempre sabía cómo animarme.
***
Esperé a
Rosa en un salón vacío cerca al nuestro, ella siempre era la última en salir
del aula, porque se quedaba preguntando al profesor sobre la clase. Me había asegurado
tener a Magaly lejos de Rosa mientras la enfrentaba, Marco estaba muy contento
en ayudarme con la misión.
Ella se
veía alegre, ese era el efecto de los días viernes en ella. Al verme miró de
costado, no podía sostenerme la mirada,
estaba por comenzar a hablar.
Yo no
esperé a escuchar una excusa. Tomé su muñeca y la lleve al salón vacío. Cerré
la puerta y la miré directo a los ojos.
Rosa
estaba desconcertada y esperando que hable, así lo hice.
—¿Por
qué me evitas? —dije con una voz neutral- ¿hice algo malo?
—No —contestó.
Y cuando
estaba por seguir mi interrogatorio, ella se acercó y rozó nuestros labios.
—¿Por
qué? —Estaba desconcertada.
—Me
gustas y a Magaly también —contestó—. Ella es mi amiga. Si yo sigo cerca de
ti, terminaré por enamorarme y Magaly
sufrirá.
Rosa era
demasiado condescendiente.
—También
me gustas.
Ella me
miró y sonrió. Me aproximé a ella, la agarre de la cintura y aproximé su cuerpo
al mío, sentí su calor. Le devolví el roce de labios que se convirtió en un
beso. Uno dulce e inocente.